Las expectativas no son buenas consejeras. Y eran altas, muy altas, las expectativas ante La zanja de Titzina, una de las compañías que más me han conmovido y divertido, emocionado y entretenido en los últimos años. Nada como Folie a Deux, pero las siguientes también me convencieron. Mezcla de reflexión y diversión (humor a veces negro, a veces crítico), de ternura y desesperación, siempre lúcidos y creativos, convincentes en la (poli)interpretación y en sus propuestas escénicas, tan eficaces como sugerentes, que permiten al espectador aportar cuanto necesita la acción y formar parte de esas ficciones naturalistas que acababan por sentirse como propias. Una implicación que no conseguí en La zanja. Y no porque el tema no tenga potencial, sino porque el resultado no lo aprovecha. Y lo digo como un lamento, pero el conjunto, facilón y reiterativo, largo, muy largo, me pareció un panfletario discurso de ONG, “enriquecido” con información histórica elemental extraída del Wikipedia, con paralelismos espacio-temporales para nada efectivos, y en algunos momentos risibles. En especial ese momento final en el que ellos mismos parecen reconocer sus referentes y nos recomiendan acudir a Google para entender mejor las proporciones del drama repetido: buscar Atahualpa, buscar Pizarro, buscar españoles y expolio, fiebre del oro, no sé… Y conste que ellos son dos buenos actores, pero esta vez no me ha interesado lo que ofrecen.

La zanja
Compañía: Titzina Teatro Dramaturgia y dirección: Diego Lorca y Pako Merino. Intérpretes: Diego Lorca y Pako Merino. Espacio: Teatre del Mar.
Els vostres comentaris