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Descifrando enigma

Descifrando enigma

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Lo mejor de Descifrando enigma (The imitation game, 2014) es que no es exactamente lo que parece. Es mucho más. No se limita, como sí lo hacía la versión de 2001 dirigida por Michael Apted, a ser una novelada intriga bélica centrada en desentrañar los códigos secretos de comunicación nazi y otras tribulaciones relacionadas con el espionaje militar durante la II Guerra Mundial, sino que se convierte en un intenso y apasionante retrato psicológico en clave de biopic de una de las mentes más brillantes y extrañas del siglo XX. La del matemático Alan Turing, un genio del cálculo y la lógica, pero un auténtico misántropo – sociópata, diría hoy más de uno-, que se erigió en héroe a su pesar con lo que a la larga se convirtió en la esencia de lo que hoy son los ordenadores – una invención que resultó decisiva para el devenir de la guerra y la victoria aliada-, y que en cambio acabó siendo juzgado y condenado por su condición de homosexual. Una sentencia de castración química que lo despojó de toda gloria y reconocimiento, y le empujó a un trágico y prematuro final. Un personaje que adquiere un relieve inmenso y una enorme intensidad dramática desde la fragilidad física en manos del portentoso Benedict Cumberbacht (el afamado Sherlock televisivo), que compone uno de los roles más complejos y convincentes de su carrera. Una extravagante pero eficaz y muy atractiva, a la vez que intrigante, combinación del paródico Sheldon Cooper de Big Bang Theory, el esquizoide John Nash de Una mente prodigiosa y el deductivo Holmes de Conan Doyle que tan bien conoce el actor. Y todo ello muy bien dosificado por Morten Tyldum en el plano narrativo (a parte del magnífico trabajo de ambientación histórica, cuidado hasta el último detalle, sobretodo en la primitiva utilería tecnológica), que alterna las constantes genéricas del drama, la intriga e incluso el thriller. Y lo hace por riguroso orden, pero sin perder el pulso adecuado para cada ocasión ni caer en la monotonía rítmica de una inercia unificadora. De modo que el espectador puede degustar tanto las emociones como estremecerse con las tensiones, pues se complementan en todo momento para servir un conjunto cohesionado y muy equilibrado, tan intenso como emocionante.

Dirección: Morten Tyldum Intérpretes: Benedict Cumberbatch, Keira Knightley, Mark Strong, Charles Dance, Matthew Goode.

 

Javier Matesanz

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