Necesitaba la Pixar una película como esta para prolongar su reinado, que estaba empezando a ser cuestionado por otras productoras dispuestas a disputarle el trono. Secuelas poco afortunadas (Cars 2 y Monstruos University) y Brave, que sin duda es una de las aventuras más convencionales y menos arriesgadas de la factoría, habían encendido algunas luces de alarma en el seno de la que sin duda es la fuente de genialidad más prolífica, ingeniosa, arriesgada y consistente de las últimas décadas, y que parecía haberse acomodado en la misma inercia creativa de rutinarias hacedoras de éxitos animados. Pero no, Inside out (Del revés) la devuelve a lo más alto. Al lugar que les corresponde a los creadores de obras maestras indiscutibles como la trilogía Toy Story, Los increíbles, Monstruos SA, UP o Buscando a Nemo. Han vuelto por sus fueros, aquellos que les destacaron y caracterizaron como la más adulta de las productoras de cine para todos los públicos; con construcciones sólidas, sustentadas en guiones inteligentes, irónicos y traviesos, divertidos, pero no necesariamente chistosos, donde ritmos vertiginosos y emociones se confunden, se fusionan y consiguen sensaciones tan intensas que combinan la risa y el llanto, la ternura y la excitación.
Mezcla de lo mejor de la fantasía subconsciente de Monstruos SA y el sentimentalismo heroico de Up, Del revés es una gozada para los sentidos. Una odisea sensorial y emotiva que, sin abandonar el terreno del cine familiar más tradicional, deviene una oda – nada edulcorada ni casposa ni reaccionaria- a la amistad, la lealtad, el trabajo en equipo y la familia, vista desde una perspectiva atípica –y tremendamente original- que resulta de lo más apropiada para dotar el film de ese aire onírico propio de los grandes cuentos fantásticos que viven en y de la realidad.
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