Esta secuela es una de las películas más disparatadas que recuerdo haber visto en años. Al menos de las que me han gustado, porque disparates como adjetivo descalificativo he visto muchos, demasiados, y no necesariamente eran comedias o parodias. A lo que me refiero es que esta locura Marvel está hecha con sentido del ritmo y del espectáculo, pero no solo para epatar y convencer a los frikifans millennials, sino para contextualizar un circo gamberro, autorreferencial y, sí, paródico, donde la mala leche y el chiste malo pero corrosivo, faltón, grosero, absurdamente lúcido son los ingredientes y protagonistas absolutos, haciendo que empalidezcan de vergüenza (en caso de que tuvieran) todos esos que llevan años liderando el subgénero con engendros indigestos como Scary Movie, sus etcéteras y todas sus variantes genéricas habidas y por haber.
Definitivamente pienso que la segunda línea de Marvel (no diré segunda división porque implica menos categoría) es mejor que la primera. Y eso es porqué sin renunciar al espectáculo como entretenimiento no tiene las mismas obligaciones irrenunciables de los blockbusters a lo Avengers, y eso les permite a las películas ser explosivas y trepidantes en su justa medida, tan sorprendentes como les corresponda ser, pero sin necesidad del más difícil todavía, que les hace pasarse de rosca, abusar y saturar a un espectador que queda visualmente deslumbrado, pero cinematográficamente empachado. Y ahí están Ant-Man (ya veremos su alianza con La Avispa), los Guardianes de la galaxia (la 1) y Deadpool (las 2) para demostrarlo.
Deadpool 2 es magnífica. Tiene un ritmazo, es muy bestia y, sobretodo, es muy divertida. Ocurrente y a ratos – bastantes- inteligente. Con chistes brillantes. No queda títere con cabeza, literalmente y sin excepción. Sin ninguna excepción. Aguarden a los créditos y no se arrepentirán. Y lean también los iniciales. El despiporre empieza por ahí.
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