Civil war no es una película de guerra, sino una crónica sobre la labor y los riesgos que asumen los corresponsales de guerra para mostrarnos lo que pasa en las entrañas de un conflicto bélico. Y en este sentido podríamos decir que es casi la película definitiva al respecto. Intensa, rotunda, sin miramientos ni concesiones; incluso bella en su crueldad (y me refiero a la calidad de sus imágenes, fílmicas y fotográficas, y no a sus dantescos contenidos), y de pretensiones testimoniales, aun tratándose de una ficción distópica. Sin teñir ideológicamente la textura de las fotos ni enfocar deliberadamente hacía derecha o izquierda. Sin buenos ni malos. O con malos y malos. Y una narración lo suficientemente confusa y trepidante como para no conceder ni a personajes ni espectadores la tregua necesaria para el análisis, la reflexión y un posible posicionamiento. Un admirable acierto del siempre interesante Alex Garland. Y además estrenada en el momento sociopolítico idóneo, con el mundo hecho una mierda, las vidas cotizando por debajo de cero y los gobernantes en modo macarra. Imposible no pensar en la película como un mal augurio.
En clave actual, Trump lo fliparía. Podría incluso confundir realidad y ficción, e imaginársela como el documental perfecto de su “America first”. No haré spoilers, pero hay una escena que parece un vídeo promocional del slogan. Y no solo allí. Nuestros Sánchez y Feijoo podrían ir al cine de la mano y, sin insultarse durante 109 minutos, ver lo que pasa cuando la política ya no sirve para nada porque no queda nada que pactar. Pero en fin, no me pondré apocalíptico. Para eso están las tertulias y los telediarios. Solo añadiré que se trata de un buen film, incluso si uno prefiere quedarse en el rincón de la ficción, y disfrutarlo sin más como un notable drama periodístico.
Título: Civil War
Director y guionista: Alex Garland.
Intérpretes: Kirsten Dunst, Wagner Moura, Cailee Spaeny.
Javier Matesanz
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