Texto de Jaume Albertí (Fancine, marzo 2008)
Harvey Pekar es uno de los pioneros del género autobiográfico en el cómic. Marjane Satrapi, la creadora de Persépolis, es uno de sus exponentes más modernos. Allí donde la autora iraní no sólo refleja importantes hitos en su vida personal, sino que además hace un repaso a temas más generales como puedan ser la historia convulsa de su país de origen y los procesos de aprendizaje y maduración personal, el autor de Cleveland aborda el género desde hace décadas de una forma mucho menos expansiva y bastante más cotidiana.
American Splendor (2003), es fiel reflejo de las historias de Pekar, viñetas costumbristas en las que se nos muestra haciendo cola en el cine o desatascando un water. Como es evidente, tamañas hazañas por sí mismas no es que atraigan el interés de millones de lectores, pero Pekar tiene un algo, una forma de expresarse y sobre todo un compromiso a ser fiel a sí mismo que hace que sus cómics tengan algo especial y que acaben comunicando muchísimo más de lo que parece a primera vista (después de todo, pocos de nosotros descendemos de la clase aristocrática iraní, pero la mayoría seguimos teniendo que llevar el coche al taller mecánico).
Es este interés el que captaron Shari Springer Berman y Robert Pulcini, los realizadores y guionistas de la cinta, jugando con el envoltorio visual y narrativo de la película para introducirnos en las calles de Cleveland tal y como las ve Pekar, permitiéndose además originalidades como introducir a la propia familia Pekar en pantalla dando el contrapunto a los actores que los interpretaban. Juego metalingüístico que Pekar continuó en sus cómics dedicando muchas de sus historias posteriores a narrar el rodaje de la película y todo lo que representó el éxito de la misma en su vida. Lo que es un magnífico ejemplo de retroalimentación sana entre ambos medios.
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