Un avión comercial despega desde la pista de un aeropuerto mediterráneo rodeado de molinos en dirección a la ciudad alemana de Karlsruhe. Entre los pasajeros, una chica joven que va a completar sus estudios de grabado. En su equipaje; miedos, dudas, el vacío por la ausencia de los seres queridos, las ganas de aprender y conocer. Estos son los mimbres con los que Anapurna (Ana Sainz Quesada, Palma, 1990) ha confeccionado Chucrut, su primer libro editado, que en su estado de proyecto mereció el año pasado el premio Fnac-Salamandra de novela gráfica.
Con un dibujo de trazos fuertes y con la parquedad de usar exclusivamente el negro apenas ribeteado por pequeñas manchas en marrón calabaza, Chucrut es un relato en el que la subjetividad y la paranoia se enseñorean del ánimo de Sara, la protagonista, en su relación con Greta, la señora mayor que la hospeda en su casa. De cómo esta actitud reacia, esquiva y arbitraria, que interpreta al libre antojo las señales y los comportamientos ajenos, puede llevar a hacer perder la capacidad de mantener el equilibrio y la razón es el punto de partida de este relato intimista y retorcido, de ruidosos sótanos inquietantes y con claves de comportamiento ancladas en la Historia del país más poderoso de Europa.
“La adversidad no es una desgracia; antes bien, sufrirla con grandeza de ánimo es una dicha” se dice Sara, un personaje frágil y vulnerable y a la vez capaz de superar obstáculos y salir a flote, marcada –como todos los personajes femeninos de Chucrut– por peculiares y ostentosos mofletes. Ciertamente, este debut editorial de Anapurna deja un muy grato sabor de boca.
Salamandra, 140 páginas
17,00€. Ebook: No disponible
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