Se perfila Gallego como cronista teatral de su tiempo (el nuestro) con mirada de periodista y palabras de dramaturgo. Y rastreando sucesos, personajes y paisajes del pasado, recupera para la ocasión fragmentos de la siempre difuminada memoria social, y rememora a Chocolate. Una fascinante e inclasificable figura que fue mucho más que un muchacho gitano muerto en Palma en misteriosas circunstancias a los 13 años. Y es que en tan breve existencia vivió lo que muchos no viviremos en tres vidas.
En formato de crónica periodística y documental escénico, el montaje no pretende ofrecer respuestas, sino recuperar interrogantes. Y de paso aprovechar el subjetivo relato biográfico, lleno de lagunas, suposiciones e invenciones, para ofrecer un retrato social de la Mallorca de los 70, tan nostálgico como cáustico. Lleno de luces y de sombras. De libertades y represiones en la misma frase. Y todo ello con una narración fragmentada que, en las sabias manos de Duran, escapa con soltura de la linealidad y la rutina discursiva, y sin perder credibilidad en ningún momento, pese a los múltiples y arriesgados roles que asumen cada uno de los tres formidables intérpretes. Siempre arropados por un audiovisual omnipresente, pero nunca excesivo ni redundante. Aunque Chocolate insista una y otra vez en recordarnos su destino. O sus destinos, inciertos aún hoy. Y que finalmente el autor se permite pervertir con un desliz creativo, tras su intensa y rigurosa investigación sobre el personaje, otorgándole, no a Chocolate, sino al hombre que nunca fue, ese José Esteves de la Concepción, la vida que nunca tuvo. Y por qué no, para acabar, casi a modo de epitafio de aquel príncipe gitano de efímero aliento, una cita inmortal del también maltrecho y shakespeariano príncipe de Dinamarca. Colofón y ovación. Qué menos.
Título: Chocolate
Autor: Rafel Gallego
Director Rafel Durán
Intérpretes: Joan Carles Bellviure, Lluqui Herrero i Toni Gomila.
Teatre Municipal Xesc Forteza.
Javier Matesanz
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