Black Mass

Algo tienen de morbosas las historias basadas en hechos y personajes reales que las hace especialmente atractivas. Y poco importa después saber – o sospechar- que la ficción se ha abierto paso en el film y ha maquillado o magnificado algunas de las hazañas narradas. La cuestión es que saber que lo visto ocurrió, y que nos lo certifiquen después con rótulos finales que nos informan de los destinos de esos personajes en el plano real y más allá de la película, resulta especialmente excitante, y tiñe el film de una autenticidad añadida casi exhibicionista, que lo dota de un carisma y una épica que en ocasiones sobrepasan en mucho la realidad retratada. O no.  Ahí está la gracia y la magia del cine. Una coctelera donde realidad y ficción se mezclan para ofrecer entretenimiento, y a la que nadie le exige rigor cuando se trata de garantizar el espectáculo. Y los ingredientes escogidos para la ocasión han sido los que propicia la vida criminal de Whitey “Jimmy” Bulger, que en la actualidad cumple cadena perpetua por sus crímenes cometidos en el Boston de los 80 en connivencia con el FBI, que le proporcionó inmunidad a cambio de información para acabar con la mafia italiana, y que acabó por concederle algo así como una carta blanca criminal de la que el delincuente hizo uso y abuso durante años. La complicidad legal del FBI también se saldó con condenas ejemplares de algunos funcionarios públicos, y la crónica de estos hechos se ha traducido en Black Mass; aunque por momentos  la película parezca más un biopic del matón – interpretado con su habitual eficacia camaleónica por un (esta vez) contenido Johnny Depp-, que un relato ubicado genéricamente en el noir clásico. Un trabajo deudor de las formas y maneras del maestro contemporáneo del género, Martin Scorsese, salvando con dignidad y mucha corrección las inevitables distancias con film superlativos como Uno de los nuestros, que reposa en el horizonte del film durante toda la proyección.  No era sencillo el reto y, francamente, Scott Cooper (Corazón rebelde) lo supera con solvencia.