Yo me bajo. Marvel ya me ha saturado por pura acumulación y la consiguiente rebaja cualitativa, pues es imposible mantener la exigencia a este ritmo de producción. Pero aun así, sus fallidos megaproyectos, aunque bastante devaluados, siguen superando los resultados de la franquicia DC, que no acaba de dar con la tecla. Y desde luego, no será Black Adam quien prestigie ni enderece la dinámica de la productora, que naufraga una y otra vez con vergonzantes adaptaciones fílmicas de sus mejores valores editoriales. Si Aquaman parecía haber tocado fondo (parece sarcasmo crítico pero es tal cual), esta nueva aventura es un descalabro aún mayor, que en quince minutos desarmará al más predispuesto de los fans con una presentación del héroe que sonrojaría incluso a los defenestrados defensores de Linterna verde o Daredevil. Es tan malo el arranque, que las expectativas se extinguen al instante. Mal contado y mal hecho. Pura pirotecnia de saldo. Todo cartón piedra y mediocre infografía de manual, confiando en que el indudable carisma de Dwayne Johnson salve la papeleta. Pero no. Ya les adelanto que no habrá continuación. Un engendro como este no puede ser el inicio de una saga. Incluso el peor cine de consumo tiene que ofrecer algún atractivo para justificarse, y no es el caso.
Dirección: Jaume Collet-Serra
Reparto: Dwayne Johnson, Sarah Shahi, Pierce Brosnan.
Javier Matesanz
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