Las altas finanzas son un caldo de cultivo evidente para la ficción. Ambición, poder, arrogancia, fraude, intereses creados, traición, explotación, éxito, bancarrota… Una lista de ingredientes argumentales que dan tanto para una docena de películas como para tantos otros capítulos de una temporada de televisión. Como por ejemplo la serie Billions, la última producción de compañía Showtime, que es una de las novedades más estimulantes de la nueva oferta televisiva (ya disponible en muchas de las plataformas catódicas).
Billions es algo así como un culebrón financiero donde todo puede pasar, porque el poder del dinero es (o pretende ser) ilimitado. Sólo la ley puede imponerle topes, pero ¿cuál es el precio de la ley? Un enconado debate que enfrentará acaloradamente y en los más diversos contextos a los protagonistas principales del conflicto: el fiscal interpretado por el siempre formidable Paul Giamatti (Entre copas, El ilusionista, La joven del agua) y el opaco multimillonario, el inversor que encarna Damian Lewis (protagonista de series como Hermanos de sangre o Homeland). Un auténtico tiburón de la bolsa neoyorkina, cuyos métodos económicos han sido siempre tan turbios como efectivos, y que parece inspirarse a partes iguales en los más inquietantes tiranos shakespearianos y en el Gordon Gekko de Wall Street. El legendario personaje de la película de Oliver Stone que le valió su Oscar a Michael Douglas.
De momento se ha rodado una primera temporada de 12 capítulos, que han sido confiados a directores de contrastado prestigio televisivo o cinematográfico para garantizar la solidez dramática de sus propuestas. Entre ellos el especialista en cine negro John Dahl (La última seducción, Rounders), James Foley (Glengarry Glen Ross o la serie creada por David Fincher House of cards) o el eminente dramaturgo y realizador Neil Labute.
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