Libros, cómics, videojuegos y juguetes, todo es susceptible de inspirar una película en estos tiempos de saqueo creativo. De prestarle su argumento, su estética, su forma.., y sus clientes, desde luego. Ésta en concreto está hecha de piezas lego. Construcciones manuales de toda la vida pasadas ahora por el filtro de la digitalización animada, y con la justa adulteración de su esencia infantil, con ciertas dosis de mala leche, de cinismo y de arrogancia, para ampliar su potencial espectro popular. Son muchos los freakis adultos que pasan por taquilla cuando de superhéroes se trata, y no conviene descuidar a nadie. Otra cosa es acertar con la fórmula, y no estoy yo muy seguro de que así haya sido. La taquilla tendrá, como siempre, la última palabra, pero en mi opinión la cinta es muy ingenua para los adultos y muy rotunda para los niños; demasiado sarcástica para los peques y en exceso saturada de caos acumulativo y confusión colorista para los mayores, que ven como las apabullantes imágenes, en todo momento hiperpobladas, acaban por ningunear el contenido, y el guion se diluye hasta derivar en un simple, obvio y facilón mensaje: trabajar en equipo mola más. Aunque podemos ampliarlo, hilando fino, a otras ideas: los extremos se tocan, los opuestos se atraen y un par de estereotipos más en la línea del yin y el yang, directamente heredados del mundo del cómic, mucho más sórdido, laberíntico y existencialista que el del juguete, siempre más esquemático, más práctico. Un balance algo pobre que no consigue maquillarse con la profusión de referencias metagenéricas, que incluyen guiños televisivos, puyas a Marvel, homenajes fílmicos y otros tantos aditivos que no llegan a trascender nunca una mera función decorativa aplicada a un guion de lo más tontorrón. Su brillante tráiler invita a la reflexión: tal vez sea el cortometraje el formato idóneo para las Lego películas.
Batman: la Lego película
Dirección: Chris McKay. Animación
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