Intraducible, el término portugués saudade implica un cierto sentimiento afectivo vinculado a la nostalgia. Sobretodo a la provocada por el tiempo y la distancia. Es la añoranza y los esfuerzos por neutralizarla buscando la proximidad, recuperando la presencia deseada, el contacto, la piel. Ballen fados es saudade hecho danza. Es belleza y armonía, es ternura y sensualidad, es tristeza e ilusión… es un hermoso espectáculo con los aplausos implícitos y explícitos. Merecidos.
La Quercia consiguió llenar el Teatre Principal (increíble pero cierto: platea y muchos palcos), y convencer al público con las melancólicas historias de su algo monótona pero coherente selección musical. Con aparente sencillez, con silencios y vacíos estratégicos, intensos y bien integrados, con una fluidez coreográfica que disimulaba una complejidad global bien resuelta, y con inspirados momentos individuales, acariciados siempre por una deliciosa y matizada iluminación, y combinando contemporáneo y danza popular, buen gusto y visceralidad, instinto y técnica. Pero sobretodo con una capacidad enorme para conseguir, sin estridencias ni aspavientos, sin prisas y con delicadeza, meterse bajo la piel del espectador y compartir con él las íntimas sensaciones que viven, disfrutan y bailan sobre el escenario los seis jóvenes intérpretes.
Los cincuenta minutos a ritmo de fado se pasaron volando. Y eso no es fácil.
Vaig tenir la sort d’assistir a l’estrena i només puc que va ser una Meravellosa demostració de dansa, música, llum i sensacions.
S’haurien de fer més coses així a Mallorca. Demostren que si es fa feina ben feta, la cultura també pot tenir un gran públic.
Enhorabona a tota la companyia! Ja tenim ganes de tornar-vos a veure!