No soy la persona más adecuada para opinar de esta película. No he jugado al Assassin’s Creed en mi vida. Ni jugaré. No es un prejuicio, es una falta absoluta de interés. Y tampoco generacional. No es cuestión de edad, sino de preferencias. No me gustan los videojuegos. Me gusta el cine. Y cine, lo que se dice cine, hay muy poco en esta película. Casi no es ni película, sino una reproducción de la estética y las maneras del juego. Lo he mirado para corroborar al menos eso. Y sí, el diseño de producción es muy bueno. La recreación, digo. Todo lo demás es confuso, caótico, incómodo de ver, y sin mayor atractivo que una acción desmesurada y trepidante, muy violenta y visualmente híbrida de sofisticación virtual y un difuso gusto por el feísmo y la mugre medieval. A partir de ahí nada. Verborrea pseudo histórica (no hablemos de rigor ni en broma), que habla de la Inquisición y de la España del Medievo, de instituciones futuristas en un Madrid irreconocible (un panorámica aérea del Vicente Calderón entre una nebulosa apocalíptica fue lo único que reconocí) y unas vetustas Granada y Sevilla de Lego digital, que sirven de marco para un argumento delirante que habla de sincronizaciones genéticas a través del tiempo y del espacio, conciliando recuerdos de antepasados asesinos y de templarios beligerantes. En fin, según me comentan más adelante viajaremos a la guerra de secesión americana y a otras tantas, según la entrega del juego que escojan. La puerta está abierta de par en par, pues así nos lo comunica explícitamente Marion Cotillard, que actúa en piloto automático. Como Jeremy Irons y el hipervitaminado Michael Fassbender. ¡Qué gran reparto para tan escaso film! Y poco más podría añadir. Si no eres jugador de Assassin’s Creed esta no es tu película. Eso seguro. Y si lo eres, no sé qué decirte. Tú mismo.
Assassin’s Creed
Director: Justin Kurzel. Intérpretes: Michael Fassbender, Marion Cotillard, Ariane Labed, Jeremy Irons.
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