Ya sabemos desde hace años que una buena parte de las mentes creativas de Hollywood sufren de alopecia de ideas originales, y han recurrido a los remakes, las precuelas, los spin-offs y las cuartas y séptimas partes de películas que en su momento fueron muy taquilleras, pero cuando te presentan una TERCERA versión cinematográfica basada en el maravilloso musical de Broadway con un guión tan absurdo, desvirtuado y pretencioso, entonces me siento engañado.
Me explico:
En mi opinión, si haces una película basada en un musical tan archiconocido, al menos respeta el contenido y la esencia básica de la obra original, y no quites muchas de sus canciones y añadas otras nuevas -y más flojas-, y no cambies puntos clave de la línea argumental y sus personajes, porque eso es lo que -entre otros aciertos- hicieron tan entrañable y popular el musical. Por otra parte, no hagas mofa del personaje original nada más empezar la película y pongas a una niña con la mitad de fuerza y presencia que la carismática, peleona y pelirroja Annie. Si además haces que los números musicales sean pobres, descafeinados y faltos de coreografía, entonces yo me empiezo a hundir en el asiento con la única esperanza de que mis hijos se lo pasen bien. En esa zozobra me encontraba ayer viendo como la película -llena de momentos tan mal guionizados como ridículos y vergonzantes- se alejaba de todo aquello que me gusta de un buen musical. Pero al ver que el Señor Stacks (Jamie Foxx) pasaba de ser un rico pero entrañable cascarrabias a ser un déspota, corrupto y despreciable yuppie que vomita puré de patatas en la cara de los indigentes neoyorkinos, entonces fue cuando pasé del hundimiento a sentirme engañado. La sobreactuadísima Cameron Díaz es una caricatura de sí misma, prescinden de personajes clave como Gallo, de la maravillosa escena con el Presidente de los EEUU cantando «Mañana» y el entrañable perro «Sandy» no deja de ser una pequeñísima e insustancial anécdota sin una escena ni un porqué. Y no es que yo esté a favor del «más de lo mismo» y en contra de modernizar los clásicos, tan sólo creo que es importante respetar la esencia de una propuesta que por algo se convirtió en un clásico.
En cualquier caso, mi conclusión final no es que la película sea una mala versión del musical, es que simplemente es mala.
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