Casi una rondalla. En forma y fondo. Tradiciones, costumbrismo, algo de comedia cotidiana y hechos realmente insólitos enmarcados en la cultura popular. Eso es Al·lot de barca, el cuento teatral que representaron en Manacor los miembros dela recuperada Petita Pàtria, y que es una historia de pescadores, o marineros catalineros, del barrio palmesano de Santa Catalina, pero que habla del Mediterráneo como nexo de unión, de Mallorca, de la esencia de los pueblos, de las raíces y el idioma que sustenta las culturas, y que a veces las comparte. Un relato a ratos pedagógico – su enfoque es de producto familiar, educativo-, a ratos irónico e incluso bromista, pero también reivindicativo, o más bien comprometido, que habla en serio de las personas y sus valores, relacionados con sus costumbres, con su historia, con la idiosincrasia de países y pueblos, tan lejanos y cercanos a la vez. Todo es relativo, nada es absoluto, y los misterios pueden esconder tesoros que no tienen por qué ser materiales ni valiosos: un idioma o un dulce. Su valor es otro, y ofrece una riqueza más duradera que la económica. Mucha miga, por lo tanto, en este cuento en apariencia sencillo, incluso ingenuo, pero que entre líneas tiene mucho más contenido del que parece, y con una tierna sonrisa te exige reflexión, y tal vez compromiso. Sin olvidar, eso sí, que el público quiere entretenimiento y, a ser posible, diversión, por lo que ofrece momentos delirantes en manos de tres jóvenes actores polivalentes y convincentes, que se atreven con todo, incluso con un par de habaneras en lengua maltesa, buscando la complicidad del público, pero sin caer en un exceso caricaturesco que restase créditos a la historia. Y lo bordan, remontando algún desmayo en la parte central, que adolece de algún pasaje algo repetitivo. Nada que no podamos perdonar a cambio de un par de suculentos congrets de Sant Jeroni. Deliciosos, la verdad.
Por cierto, que nadie se pierda el día 30 de octubre, enmarcado en el programa de la Fira de Manacor, la obra de Petita Pàtria Ganes de mus. Una joya recuperada que estrenaron cuando eran casi unos niños. Fabulosa.
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