El principal problema de este film es que muchos de sus personajes y la mayoría de las relaciones que retrata no acaban de ser creíbles. Resultan forzadas más que casuales. Son pequeñas historias sin grandes acontecimientos ni tremendismos. Emociones comunes; bien contadas, pero sosas, convencionales, tibias, rutinarias. No hieren. No empatizan. Aportan poco. Como tampoco lo hace el film en su totalidad al “género” de las vidas cruzadas. Tal vez porque la obra de Carver era mejor que la de Arthur Schnitzler. No lo sé, pero desde luego el film de Altman es mejor, mucho mejor, más intenso e inquietante que el de Fernando Meirelles. Un director, el brasileño, que puede ser mucho más contundente, sobrecogedor y convincente, tal y como demostrara en “Ciudad de Dios” o “El jardinero fiel”.
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