Una vida a lo grande

Me van a perdonar el juego de palabras y tamaños, pero si Alexander Payne era hasta la fecha, con títulos como Entre copas, Nebraska o Los descendientes, el cronista de las vidas pequeñas, de la intrahistoria sentimental y doméstica y de las distancias cortas personales, ahora ha decidido paradójicamente reducir a sus personajes a escala liliputiense para realizar la mayor de sus películas, la más ambiciosa que, pese a su punto de partida casi disneyano, urde toda una teoría paranoide del apocalipsis e incluso aventura una nueva versión, subterránea y miniaturizada, del arca de Noé. En fin, un auténtico galimatías que se inicia como un asequible aunque fantasioso drama social familiar, producto de la insatisfacción personal y profesional de sus protagonistas, y acaba siendo una especie de metáfora existencialista sobre el fin del mundo y el papel “ecoterrorista” del ser humano en nuestra propia extinción. Demasiado, al final. Un batiburrillo de reflexiones que acaba yéndosele de las manos, y de tan ambiciosa que quiere ser, acaba siendo poco menos que tontorrona, pues se impone finalmente el tono casi paródico de la cinta, que nunca deja de planear sobre el relato aun en las fases más serias y presuntamente trascendentes del mismo. Quien mucho abarca poco aprieta, le diría el refranero español a Payne, y a la vista de los resultados poco podría alegar el cineasta en su defensa, pues Una vida a lo grande no es muy divertida, ni muy contundente en su denuncia medioambiental, ni demasiado emocionante en su previsible desenlace, ni tampoco acaba siendo conmovedora ni del todo romántica, aunque lo intente con un forzado y algo cursi happy end sentimental. En fin, un producto fallido, rodado con inteligencia para escapar de la tiranía de los efectos visuales, que brillan por su ausencia pese al argumento reductor, interpretado con cierta tendencia  al histrionismo cómico, y con resultados confusos, pues no es tan seria como quiere ni divierte tanto como pretende. Se queda en tierra de nadie, empequeñecida por el peso de sus propias ambiciones inalcanzadas.