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Sicario

Sicario

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Denis Villeneuve no se anda con rodeos. Es un director rotundo, crudo, árido en los dramas que plantea y en la manera de plantearlos (Incendies, Prisioneros). Le gusta ir al grano primero y explayarse después en complejos desarrollos perfectamente estructurados, siempre en torno a retratos de enorme precisión psicológica y  alejados de los estereotipos más rutinarios. Sus personajes nunca tienen una sola capa, y profundizar en ellos es una de las intensas aventuras que siempre nos plantea el director canadiense. Sicario no es una excepción. Para empezar define el término: significa asesino a sueldo. En México. Pero explica que la palabra hacía referencia al fanatismo cristiano, que eliminaba a cualquier romano que invadiera su hábitat social. Proporciones bíblicas, por tanto, que se nos insinúan y predispone al espectador frente a lo que está por llegar. No se trata solo de una historia de narcos y matones, de trapicheos fronterizos, de víctimas y verdugos. Es mucho más. Y vaya si lo es. Los cinco primeros minutos nos sacuden a bote pronto. Nos ponen en situación para, sin previo aviso, noquearnos; y a partir de ahí, la película. Donde nadie es exactamente lo que parece ni como parece ser. Un mestizaje apasionante entre Traffic, las enrevesadas películas de espías a lo John le Carré, la energía marcial de Tropa de élite, y la concisión violenta y contundente, precisa y cruda, despojada de efectismos innecesarios, que caracterizan los tiroteos del cine de Michael Mann (Heat). Todo eso y más. Sin concesiones. Ninguna. Con un Benicio del Toro inmenso, capaz de ser comprensivo, casi tierno, a la vez que autista, inquietante e implacable; una silenciosa amenaza inminente. Y una Emily Blunt (Al filo del mañana, La pesca del salmón en Yemen) que, desorientada en su pétrea fragilidad, compone el más complejo y notable de sus personajes hasta la fecha. Y todos ellos a las órdenes de Villeneuve, que se plantea el film más como una crónica que como una ficción, y así, aunque sea a través de una historia ficticia, todo resulta creíble y lanza una reflexión tremenda. Un mazazo a la lógica más elemental con una conclusión socio-política escalofriante, que a nadie extrañaría además que fuera real. Aterrador.

Director: Denis villeneuve Intérpretes: Emily Blunt, Benicio del Toro, Josh Brolin.

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