Oro

Cartón piedra. Y no es la primera vez, de modo que ya podemos decir que se trata de una evidencia. De una carencia en las aptitudes de Agustín Díaz Yanes, enamorado de los films de aventuras épicas y de época (y de las novelas de Pérez Reverte, supongo), pero incapaz de insuflarles vida y credibilidad cuando las traslada a la pantalla. Algo que no le ocurre con el drama o el relato social como demostrara con su magnífico debut Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto o la rotunda Sólo quiero caminar. Pero Alatriste y Oro se cuentan ya como dos de los mayores fiascos del cine español, cuyo fracaso se ve aumentado más aún si cabe debido a sus pretensiones de gran producción.

Nada funciona. Ni siquiera el diseño de producción, que consigue casi lo imposible: no sacarle partido a los espectaculares escenarios naturales de la selva amazónica. El film es lento y torpe. Artrítico en todo momento el guión, que no avanza y reitera situaciones obvias y poco creíbles, sin brío, sin alma. Aburridas. Una película de aventuras cuyo espíritu aventurero debe presuponerse, porque no nos es transmitido más que de palabra. A través de un narrador monótono y cansino, que marca el ritmo espeso de un drama selvático que quiere contar muchas cosas, y lo hace tan esquemáticamente que ninguna adquiere el relieve necesario para interesar. Y mucho menos para conmover o conmocionar, llegando al final de la forma más anodina de cuantas pudiera proponer una epopeya de estas características. Y ni siquiera un reparto de relumbrón es capaz de resucitar el film pues, tal vez por la inercia del conjunto, estos actores nunca habían estado tan apagados y desprovistos de fuerza interpretativa, trabajando en piloto automático y con una desgana impropia de sus trayectorias. Ninguno de ellos será recordado por su Oro, eso seguro.