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La guerra del planeta de los simios

La guerra del planeta de los simios

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A la salida de la última sesión de La guerra del planeta de los simios, tres frases tras las dos horas y veinte minutos de metraje: qué espanto, me he dormido dos veces, pues yo lo he intentado y no lo he conseguido. Matt Reeves firma, contra todo pronóstico, una película aburrida en la que todo es lo que parece y en la que parece que, simplemente, le importa muy poco el espectador y su inteligencia. Absurda en todas sus fases, cargada de diálogos de filosofía de lema en el lateral de una taza de café con leche (sin ánimo de ofender a sus diseñadores), que supone que provocarán una reflexión sobre el maltrato animal y el cuidado del planeta, la tercera parte la trilogía/precuela que llevó a la humanidad a encontrarse con El planeta de los simios es una historia sin sentido que desmerece al resto de más que correctas partes anteriores.

César, el simio que llevó a los suyos hasta los bosques para vivir en paz y comunión con el resto de animales es perseguido por un Woody Harrelson convertido en un coronel Kurtz malo malísimo con secuencias de me afeito la cabeza. Y recordemos de nuevo que el animal solo quiere la paz, por si no había quedado claro. Pero el coronel es muy malo y mata a los suyos y César se enfada mucho y va a vengarse a lo bestia (¿dónde habré visto yo esa trama?). Y lo que se supone va a ser un enfrentamiento entre dos mentes fascinantes se convierte en una ristra de secuencias vacías de contenido, aunque sí cargadas de primeros planos de unos simios interpretados por unos magníficos actores (para cuándo un Óscar a Andy Serkins) con mucho tratamiento por ordenador que respiran muy fuerte y están enfadados y dolidos y sufren mucho. Porque, por si no había quedado claro las primeras quince veces, ellos son los buenos y sólo quieren vivir en paz, y los humanos son muy malos y los quieren exterminar porque les pueden contagiar de un virus también muy malo. Entonces, ¿dos horas y media de metraje? Bueno, a los guionistas se les ocurrió la brillante idea de añadir un personaje gracioso, un simio demente que no coordina muy bien porque lleva mucho tiempo viviendo solo en un hotel abandonado que dice frases incoherentes cada vez que aparece para romper la tensión, y algunos momentos de emoción familiar simiesca a lo telefilme lacrimógeno de sobremesa que uno se pregunta si no estaban en el libro ese de Cosas que no poner en un guión.

En un momento dado de la proyección, un simio dice «No puede ser». Pues eso.

Dirección: Matt Reeves Intérpretes: Andy Serkis, Woody Harrelson, Amiah Miller, Gabriel Chavarria, Steve Zahn

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